SILVESTRES
Vicuña Argentina
Vicugna vicugna
Clasificación:
Clase: Mammalia
Orden: Artiodactyla
Familia: camelidae
Se omiten los taxa con rango de sub o súper categoría.
Nombre científico: Vicugna vicugna (algunos autores optan por utilizar Lama vicugna)
Subespecies en la Argentina: habría dos razas geográficas que serían V. vicugna mensalii – ocupa Bolivia, Perú y Chile- y V. vicugna vicugna en el territorio argentino (Cajal, 1985).
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Estatus Nacional: Riesgo bajo, dependiendo de la conservación (SAREM, 2000). Apéndice I de la CITES.
Estatus Internacional: LC (Least concern ) cd. (Dependent conservation). Riesgo bajo, dependiente de la conservación (en 1996, no se actualizó en la edición 2006 del libro rojo de la UICN.
Otros nombres comunes: “huicuña” o “huik una” (en quichua), “sayrakha saalla”, “wari sairaka” o “huari” (aymará)
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Caracteres externos
La cabeza es pequeña; las orejas son móviles y algo puntiagudas; los ojos son redondos y prominentes, con abundantes y rizadas pestañas. El labio superior presenta una hendidura central y su fórmula dentaria es 1/3 1/1 2/1 3/3 = 30 (Díaz y Barquez, 2002). Los incisivos inferiores del mismo diámetro en toda su extensión y son de crecimiento continuo (característica única dentro de los ungulados). El cuello es largo y el cuerpo es estilizado con extremidades largas y delgadas. Camina sobre las dos primeras falanges, que están recubiertas por uñas y tienen en la parte de abajo, cojinetes plantares (CEAL, 1985).
Respecto a la coloración, se puede señalar que la cabeza, el cuello, los flancos y el lomo son de color pardo claro; vientre, interior de los muslos y pecho, blancos; pechera de pelos largos y sedosos (Díaz y Barquez, 2002). El largo de cuerpo oscila entre 1,60 y 1,75 m; la altura a la cruz ronda entre 75 a 90 cm (Cinti, 1999). La longitud de la cola varía entre 15 y 25 cm. Si bien es semejante al guanaco se pueden señalar como caracteres que más los distinguen el menor tamaño de la vicuña, también tiene el cuello más angosto y cabeza más pequeña y presenta un distintivo denso vellón blanco en el pecho. Las patas delanteras no presentan las callosidades en el lado interior, típicas del guanaco (Parera, 2002). Según señala este último autor su figura resulta más grácil y estilizada que Lama guanicoe. La longevidad oscila entre los 15 a 20 años en estado silvestre, y llega hasta 24 en cautiverio (Chebez, 1994). Su pelo es uno de los más finos del reino animal (mide unos 15 micrones).
Comportamiento
De hábitos diurnos y gregarios, las vicuñas conforman rebaños de hembras dominadas por un macho – 4 a 10, hasta un máximo de 20 hembras- que utilizan un territorio de variable superficie (entre unas 7 y 30 hectáreas) – (Parera, 2002). Los machos viejos, que no compiten por la reproducción, forman grupos muy numerosos, y, como es de esperar, se encuentran también machos solitarios que están en una situación de transición entre uno y otro agrupamiento. Cada grupo cuenta con una zona donde come y se reproduce y otra donde pasa la noche. Todos los animales de una comunidad poseen un lugar donde defecan y orinan, formándose promontorios voluminosos.
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La posesión de un territorio representa para cada grupo importante ventajas. Se supone que la territorialidad ha evolucionado entre las vicuñas y otros camélidos como protección contra la inanición. Los animales evitan de esta manera el sobrepastoreo de una zona que podría ocurrir si varios grupos convergiesen intentando alimentarse en la misma (CEAL, 1985).
Las características de su territorialidad sufren variantes según las regiones que habite. Por ejemplo estudios realizados en el Parque Nacional San Guillermo indicaban que los animales utilizaban tres áreas unidas por «corredores»: el área de alimentación donde los animales pasaban la mayor parte del día, ubicada en los llanos; los abrevaderos y los dormideros situados en faldeos y laderas rupestres más elevadas (CEAL, 1985). Con la protección de la zona se observó que los comederos eran el mismo sitio donde dormían. Pero si había perturbaciones por parte del hombre los animales se trasladaban a los cerros para dormir. En cambio en la reserva de Laguna Blanca, en Catamarca, la territorialidad no es tan marcada. La densidad de sus poblaciones medida en distintos sitios arrojó resultados muy dispares: en Pampa de las Galeras, Perú, (año 1979) había aproximadamente 87 individuos por km2, el Laguna de los Pozuelos 6 ejemplares por km2 y en Río Cazadero (Catamarca), 1,4 animales por la misma unidad de superficie.
La alimentación parece más especializada que las del guanaco, consumiendo primariamente gramíneas y arbustos (Parera, 2002). En Jujuy se alimentaría exclusivamente de pastos que bordean las corrientes de agua o que crece en isletas (Díaz y Barquez, 2002). Según un estudio realizado en el área protegida San Guillermo el 45 % de su dieta estuvo compuesta por coirones (Stipa sp.), el 20% por Oxychloa sp. y 35% restante repartido principalmente entre arbustos del género Adesmia, Lycium, Sphaeralcea y el cactus llamado copana (Mahiueniopsis glomerata). También ingiere el cebollín (Cypereus andinus), la brama (Distichlis humilis), chillaua (Festuca scirpifolia) y el quisco (Tephrocactus sp.)- (Chebez, 1994; Amaya, 1985). Según un estudio realizado en Jujuy, el tiempo dedicado a la alimentación – recuérdese que se trata de un rumiante- representó el 84,3 % (Cajal, 1978). La vicuña no arranca los vegetales que come sino que los corta con sus incisivos afilados. Por este motivo come no solo los retoños verdes de los bordes sino también las hojas secas y duras del centro que poseen un alto contenido de sílice (CEAL, 1985). Vicugna Vicugna posee una importante demanda de agua, al menos en comparación con los otros camélidos sudamericanos.
La reproducción comienza en los meses de febrero y marzo con el apareamiento. Recordemos que se señaló la existencia de dos tipos de agrupamiento básicos, uno es el grupo familiar formado por un macho, varias hembras y sus respectivas crías y el otro es el grupo de machos (también hay machos solitarios y hembras solitarias con sus crías que se incorporan a la brevedad al primer agrupamiento mencionado). El grupo familiar ingresa en una nueva temporada de cría sin los juveniles del año anterior, que abandonan el grupo de origen (CEAL, 1985). La vicuña es un animal polígamo, un macho sirve a varias hembras las que alcanzan la madurez sexual alrededor de los catorce meses de edad, mientras que los machos maduran a los dos años pero solo a los tres o cuatro forman los grupos familiares. La hembra tiene su primer parto entre dos y tres años. El cortejo no presenta ribetes destacables, el macho persigue a la hembra dándole topetazos y mordisqueándola. Esta, en un momento determinado, adopta una actitud sumisa y se echa sobre el vientre con las patas recogidas bajo el cuerpo o, algunas veces, adopta la postura arrodillada sobre las patas delanteras, y es cubierta por el macho.
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La camada es de una sola cría, raramente dos, que nace tras unos once meses de gestación, entre diciembre y abril – en especial en febrero- y el período de lactancia dura cerca de seis meses (Chebez, 1994). Antes del año los juveniles son obligados por el macho dominante a abandonar el grupo (Parera, 2002). El pelaje de las crías es más claro que el de los adultos; presentan una coloración crema o blanco sucio y, a los pocos días del parto, la hembra puede copular nuevamente e iniciar una nueva gestación (CEAL, 1985).
Hábitat
Especie restringida a las estepas de altura o altipampas, ubicadas a más de 3500 metros sobre el nivel marino, hasta los 5750 m, rodeadas de altas montañas con climas áridos o semiáridos (Chebez, 1994). En pleno invierno desciende a zonas más bajas para evitar los terrenos nevados y desprovistos de alimentos, pero su capacidad para resistir el frío es muy alta, lo mismo que ocurre con la altura, gracias a su adaptación a la escasez de oxígeno. En términos biogeográficos, su hábitat son las Eco-regiones Alto andinas y Puneña.
Distribución
Si bien la información existente sobre la antigua distribución – post-hispánica y hasta principios del siglo XX – es fragmentaria, de la misma y de elementos ambientales indirectos podemos estimar, a grandes rasgos, que la vicuña habría ocupado las áreas montañosas andinas del centro-norte y las sierras pampeanas lindantes con esa porción cordillerana, desde San Juan hacia el norte (Pujalte y Reca, 1985) hasta Ecuador. Hoy, el límite septentrional está en el Parque Nacional Huascarán de Perú (09º 50’ Lat. S.) y se extiende además por 14 distritos (Parera, 2002). En Bolivia hay una población significativa en la Reserva Nacional de Fauna Ulla- Ulla, y otras menores en áreas del sur del país. En Chile, sólo se la ubica en una lonja oriental del territorio en el sector norte. En la Argentina se sitúa en la provincia de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja y San Juan.
Situación de sus poblaciones
Según Cinti (1999), los Incas hacían uso sustentable de la vicuña: cada tres o cuatro años, las autoridades imperiales ordenaban realizar un “chaku” o rodeo y acorralamiento de los animales para sacrificar algunos en ofrenda y el resto era esquilado y liberado para que recupere su pelaje, y su caza, fuera de este contexto, estaba prohibida. El mismo autor señala que durante las tres primeras centurias de ocupación hispana, se produjo una merma muy significativa de las poblaciones de vicuñas e, incluso, don Simón Bolívar establece una reglamentación prohibiendo la caza de este camélido.
En 1969 se establece el Convenio para la Conservación de la Vicuña entre Bolivia y Perú, al que luego adhieren Chile y la Argentina. Poco tiempo después se establece la Convención sobre el Comercio de Especies de Fauna y Flora Silvestres – CITES – y se ubicó a Vicugna Vicugna en el Apéndice I, el más restrictivo. La Argentina adoptó el camino del fomento de la cría en cautiverio o semi cautiverio, con el asesoramiento técnico de al Estación Experimental de Abra Pampa del INTA. Este mecanismo, si bien también puede tener algún aspecto adverso para la conservación, la creación de áreas protegidas en lugares claves, como el Parque Nacional San Guillermo y legislación que la protege en varias provincias, dieron por resultado una significativa recuperación de las poblaciones de la vicuña en la Argentina, pasando de unos 10.000 a unos 100.000 ejemplares (Renaudeau, 1999). La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cambio su estatus de “Rara”, luego “En peligro” y actualmente lleva la categoría de Riego bajo, dependiente de la conservación. Para algunas poblaciones de Perú, Chile y la Argentina – en esta última por la población de Jujuy- la CITES la incluyó en su Apéndice II, pero para el resto continúa en el I.
Compilación e Investigación Periodística: Gabriel O. Rodríguez
Bibliografía utilizada
Amaya, J. N. 1985. Dieta de los camélidos sudamericanos. En: Cajal y Amaya. 1985. Estado actual de las investigaciones sobre camélidos en la República Argentina. Secretaría de Ciencia y Técnica. Programa Nacional de Recursos Naturales Renovables. Buenos Aires.
Cajal y Amaya. 1985. Estado actual de las investigaciones sobre camélidos en la República Argentina. Secretaría de Ciencia y Técnica. Programa Nacional de Recursos Naturales Renovables. Buenos Aires.
Centro Editor de América Latina. 1985. La Vicuña. Fauna Argentina. . Buenos Aires.
Chebez, J. C. 1994. Los que se van. Especies argentinas en peligro. Editorial Albatros. Buenos Aires.
Cinti, R. R. 1999. Manos para la vicuña. Revista Vida Silvestre Nº 68: 6-11. Fundación Vida Silvestre Argentina. Buenos Aires.
Días, M. y R. M. Barquez. 2002. Los mamíferos de Jujuy, Argentina. Literatura of Latin America. Buenos Aires.
Parera, A. (fotografía F. Erize). 2002. Los mamíferos de la Argentina y la región austral de Sudamérica. Editorial El Ateneo. Buenos Aires.
Pujalte, J.C. y A. R. Reca. 1985. Vicuñas y guanacos. Distribución y Ambientes. En: Cajal y Amaya. 1985. Estado actual de las investigaciones sobre camélidos en la República Argentina. Secretaría de Ciencia y Técnica. Programa Nacional de Recursos Naturales Renovables. Buenos Aires.
Renaudeau, N. 1999. Hombre y Vicuña en la Puna. Una convivencia posible. Revista Naturaleza & Conservación Nº 5. Aves Argentinas – Asociación Ornitológica del Plata-. Buenos Aires.
SAREM, 2000. Díaz, G.B. y R. Ojeda editores-compiladores. Libro Rojo. Mamíferos Amenazados de la Argentina. Sociedad Argentina para el estudio de los mamíferos.